Descripción
Amar en Madrid
Pocas ciudades le deben tanto a los escritores como la capital del Reino de España, Madrid, Madrid, Madrid, que decía Agustín Lara. Durante el siglo XVI, fue el escenario de la guerra incivil entre Quevedo y Lope de Vega; durante el XVII, recogió la denuncia ilustrada de Moratín y el pesimismo reflexivo de Cadalso; en el XIX, Larra describió el día a día de los madrileños hasta que se reventó los sesos con un disparo en la cabeza, y el canario Galdós episodió de forma histórica, nacional y sosa los acontecimientos más importantes del siglo. En el XX, el nombre propio de la Literatura hecha en, para, por y sobre Madrid es el de Francisco Umbral, quien concibió a la ciudad, en sí misma, como «un género literario».
El autor vio Madrid entre el Prado y el Rastro, como una urbe que seleccionaba «por arriba lo que tiene o consigue de mejor, cuadros y reyes, y echa al basurero del Rastro lo que tiene de peor (o así lo cree)». Llegó a Madrid en los sesenta, en un autobús gris que lo dejó en la Moncloa «como si las Españas rurales y provincianas no se atrevieran a entrar más adentro de la capital». Su primer barrio fue el de Salamanca, aunque no tardó en mudarse a Argüelles, «barrio estudiantil, universitario, Barrio Latino de Madrid». En su novela Trilogía de Madrid (1984) encontramos sus migraciones residenciales. Finalmente, el escritor ubicó su hogar en su dacha de Majadahonda, con su esposa, María España, y sus gatos, animales que son «al tigre lo que el violín a la música».
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