Descripción
La ciudad y las sierras
Jacinto es portugués pero nació y vive en París, en un palacete de los Campos Elíseos nº 202. Le aprecia la alta sociedad y hasta parece que las cosas se rinden a su encanto: “no recuerdo que jamás se le saltara un botón de la camisa, ni que ante la vivacidad de una premura suya se empeñara en no abrirse una gaveta”, nos dice el narrador, su amigo José Fernández.
“Robusto, rico, indiferente al estado y al gobierno de los hombres”, Jacinto es un intelectual con una biblioteca de 30000 volúmenes, convencido de que “el hombre sólo es supremamente feliz cuando está supremamente civilizado”.
En su palacete tiene Jacinto todos los adelantos eléctricos y mecánicos del siglo (del siglo XIX, por supuesto): desde máquinas para pegar sellos hasta otras que abrochan pantalones, creo… Jacinto tiene todos los gadgets, hasta una especie de web 0.0: el telégrafo le imprime sin cesar las últimas noticias y con un “conferengófono” escucha el equivalente fin de siecle de las TED talks.
Pero Jacinto va cayendo en un invencible hastío: todo le resulta un fastidio. Entonces, un incidente le saca de la ciudad, esa ciudad que para él era sinónimo de civilización, y le lleva a las sierras: al solar de sus abuelos, las tierras en Portugal que le proporcionan sus sustanciosas rentas.