Descripción
Los tejedores. Gerhard Hauptmann. Editorial Club Circulo de Lectores. 1989. Teatro
Autor: Gerhart Hauptinann, dramaturgo y novelista; 1862-1946,. Premio Nobel de literatura en 1912.
Otras obras: Antes del amanecer, La ascensión de Hanneles al cielo, La campana sumergida, etcétera (teatro); Emmanuel Quint, el loco en Cristo, El hereje de Soana, etcétera (novela).
Género y corriente.: Drama naturalista,
Estructura: Consta de cinco actos.
Sinopsis: La acción de este drama social —y socialista— se ubica en Silesia, en 1840, y se basa en una revuelta histórica en ese lugar y en esa fecha, cuando los tejedores quedaron sin trabajo a causa de la introducción de telares mecánicos y de la importación de algodón. Es, por lo tanto, la historia de una insurrección, en la que el autor expresa el nuevo espíritu revolucionario de la clase trabajadora y alude al momento histórico, político y económico que se está viviendo.
Puede afirmarse que cada acto es un cuadro separado, y en cada uno la revuelta va madurando, hasta estallar amenazadora y quedar sin resolución alguna, en una especie de final abierto. La miseria, la humillación y el hambre son el alma y el fondo de estos cuadros, además de conferir unidad a la obra.
El primer acto se desarrolla en la fábrica de Dreissiger, el día de pago. La multitud de obreros se reúne para cobrar su mísero salario; todos tienen un aire angustiado, débil, enfermizo y lastimoso. Dreissiger, el patrón, no se deja ver, y sólo sale de su oficina al ver desmayarse de hambre a un niño que acompaña a los obreros. Dreissiger lo socorre impresionado y con falsas palabras calina a la multitud, que ha empezado a agitarse. Pero el tejedor Baeker no se deja convencer, y sólo él eleva el tono de su voz. Este cuadro sórdido y miserable, de hambre y pobreza, de sumisión abyecta ante el patrón, retrata desde el primer momento la explotación y la injusticia social que imperan.
El segundo acto ocurre en casa del viejo tejedor Baumert; la miseria más negra está presente en el ambiente, en las caras macilentas y en los harapos que visten los personajes. Jaeger, un soldado en uso de licencia que regresa a su terruño, prende la mecha de la insurrección. Cantando la canción que luego se convertirá en el himno de los sublevados, es él quien despierta y agita el ansia del desquite en aquellos miserables y hambrientos.
Este impulso se agudiza y toma forma en el tercer acto, cuando los tejedores reunidos en la taberna del pueblo, perturbados por las discusiones y el vino, se rebelan contra un gendarme que les prohíbe cantar el famoso himno. Entonces la multitud se dirige a la fábrica —cuarto acto-y Jaeger, el jefe, es detenido mientras la muchedumbre airada penetra a la fuerza en la mansión de Dreissiger, donde causa terribles destrozos.
El quinto y último acto plantea cierta duda sobre esta aparente victoria mediante el uso de la violencia. La acción transcurre en casa del viejo Hilse, un tejedor mutilado que, debido a sus ideas religiosas, no se deja arrastrar por la multitud sublevada. Pero la nuera se rebela contra sus «chocheces de viejo» y baja a la calle donde los soldados reprimen a los huelguistas. Y mientras el hijo de Hilse va también para defender a su mujer, el viejo tejedor es alcanzado por una bala perdida y muere frente a su telar.
El autor declaró que con este drama no perseguía intereses socialistas, sino sociales, y sólo era «un pedazo de vida, lo cual significa mucho más». Cierta o no esta afirmación, literariamente corresponde verla así, y además se trata de una obra valiosa por sus innovaciones estilísticas y teatrales dentro de la escena moderna.