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Biblioteca Nacional Madrid 1968

En estos días de insomnio y duerme velas tras la intervención quirúrgica de mi corazón maltrecho, me ha venido a la mente afortunadamente lúcida y aún despieta momentos y recuerdos de hace ahora cincuenta años.

1968. Madrid, éramos jóvenes entusiastas estudiantes de medicina, un grupo cuyo cuartel general era la Biblioteca Nacional, alli todas las tardes durante seis años (1964-1970) este colectivo que empezó por seis o siete personas compañeros de facultad, acabó por apiñar a otros tantos, ya por entonces amigos de juegos, reuniones con sus respectivos comentarios sobre politica, filosofía religión, visitas los fines de semana al teatro Español o al de la Zarzuela por supuesto » zona clac».

Desde aqui y esta estupenda plataforma global cual son las distintas redes sociales, reivindico su presencia aunque sea virtual de estos queridos amigos y compañeros de aquellos años.

A la Biblioteca Nacional acudía solícito con su  porte de «gentlement » su olor a perfume caro y diferente y su cartera inmaculada para apuntes y notas Andrés Ramos Amador, años más tarde médico radiólogo prestigioso trabajó en el Hospital Cruz Roja de Madrid donde llegó alcanzar la Jefatura de Servicio, también le acompañaba por entonces su novia luego su  mujer Alicia quien estudiaba Químicas. Andrés hacía patria con su Talavera toledana  natal donde su padre creo había ejercido como médico.

Allí se concitaba un gran amigo Luis Ercoreka Goicoechea cuya casa era una guarida segura para estudio y ocio, las reuniones en aquella casa espaciosa e iluminada en la calle Eguilaz junto a la glorieta BIlbao donde su madre profesora de inglés en un Instituto de Madrid ejercía de madre y profesora de todos nosotros, madre y hermana mayor pues era jóven y guapa, y como estaba separada ya por entonces todo un hito, todos estábamos enamorados de ella, aunque la verdadera novia colectiva era su hermana menor quien merodeaba por la casa, la suya,  sin pena ni gloria. Luis Ercoreka se hizo médico hematólogo trabajó en Zaragoza, años despues le interesó la política sanitaria y dedicó su tiempo y esfuerzo al sindicato médico español. Mis recuerdos de él son tan nítidos y cercanos como sentidos.

Rafael Espinosa Calatayud, posterior médico intensivista en el Hospital Gregorio Marañon, serio, tranquilo, aglutinador, gran persona, me acuerdo de él como si fuera entonces.

Manolo López Brea Calvo, llegó a ser Jefe de servicio de Microbiologia en el Hospital de la Princesa de Madrid, la atención de sus padres especialmente su madre presente cuando íbamos a estudiar a su casa eran dignas de encomio y consideración y hoy aún las recuerdo.

Manolo era el filófofo del grupo siempre crítico, inquieto de ideas, soñador incansable, enamoradizo su actual mujer Margarita Baquero doctora microbióloga igual que él formo parte importante y definitica,  como se vió después de aquel elenco femenino. Manolo desde muy temprano quiso saber hablar inglés y ademas de su esfuerzo  por aprenderlo en academias «ad hoc» de la época. ocupaba sus veranos en Londres donde trabajaba y estudiaba a la vez, su presencia en la isla de Wight en aquellos años donde tuvo lugar la primera edición del festival de una música que quiso ser romperdora y reivindicativa de ideas y costumbres, nos quiso contagiar a todos.

Manolo gran amigo, mejor persona la vida ha pasado muy deprisa pero merece la pena recordarlo, en algunas culturas y religiones creen que todo vuelve a su origen, mi pensamiento está cercano a este hinduismo.

Otros compañeros y tertulianos asiduos de la Biblioteca Nacional que ahora recuerdo eran Rafa Barrientos, Enrique Tovar, Los hermanos Liaño, Ricardo el menor y Fernando quien llegó a ser un prestigioso nefrólogo trabajó hasta hace bien poco en el Hospital Ramón y Cajal y fue sin duda un referente nacional e internacional en Insuficiencia Renal, su paso años más tarde por Asturias donde yo vivia y trabajaba hizo renacer recuerdos y momentos agradables de juventud, de Fernando Liaño pude hablar estos dias con el cirujano cardiaco quien me operó el Dr. Jacobo Silva más jóven que nosotros pero quien le conocio cuando tabajaba en dicho hospital en Madrid.

Que decir de Enrique Alonso Núñez y su primo Carlos. ambos traumatólogos  prestigiosos, expertos en columna vertebral todo un reto para la época trabajaban en el Hospital Cruz Roja de Madrid. Enrique era y seguro que lo siguió siendo una excelente persona, amigo de hacer favores, su educación estricta » su infancia la pasó en las colonias españolas de Africa creo que en Larache donde su padre estaba destacado como militar, aquello unido a vivencias posteriores mas cercanas geograficamente como la de Cogolludo o Trillo (donde estaba la leprosería) que él nos referia,  me acercaba más si cabe a él pues mi madre habia nacido en Sacedón de la misma provincia, Guadalajara.

Antonio Herrera Casado. Ya despuntaba desde el comienzo con sus cuentos, relatos cortos y ensayos literarios que se convertiría en un médico escritor , se especializó en O.R.L y durante muchos fue el cronista Oficial de las cuitas, efemérides y acontecimientos culturales de la provincia de Guadalajara, profesor de le Univeridad de Alcalá de Henares vivió rodeado de libros , herencia que ha dejado a su hija quien regenta una Editorial libreria AACHE en aquella capital. Fue una noticia muy agradable  hace unos pocos años conocer de él a traves de alguna noticia que yo ya habia escrito previavente sobre le Biblioteca Nacional.

Qué decir de Javier Tejero Escibano primo hermano mío, estudiante entonces de Ingenieria Industrial , sus cuadernos llenos de fórmulas matemáticas, derivadas e integrales junto con su regla de cálculo daba al grupo un toque de distinción y señoria entre tanto aprendiz de brujo.

Tardes lluviosas, nubladas, frías o soleadas alli pasábamos al menos nueve meses al años durante los seis años de la  carrera. Ya a las tres de la tarde hacíamos cola esperando abieran las majestuosas puertas a las que se accedia tras subir su espléndida escalinata  que casi trescientos años la contemplaban, puntualmente la puertas eran abiertas y entonces se producia un ritual casi sagrado cual era recoger de manos de Salvador como nuestro padre espiritual del intelecto la ficha o chapa con el número de pupitre asignado para el estudio , lectura y pasatiempo de aquella tarde, él desde su plataforma de trabajador de la biblioteca veería en nosotros lo que a él le hubiese gustado ser un estudiante con un final feliz.

Allí inclinados sobre los pupitres grandes sólidos, bien iluminados pese la oscuridad del exterior y acomodados en sillas «quasi majestuosas » extendiamos nuestros libros oportunamente solicitados sensación de propiedad que duraba hasta la hora de cierre.  Aquel ir y venir viendo a los bibliotecarios y funcionarios dispensar libros de toda indole, siempre bien encuadernados y cuidados es un recuerdo recurrente en mi memoria.

Libros que por no ser pesado ni reiterativo fueron el gérmen de mi bibliofilia, alli estaban atlas de anatomia, el Spaltehoz, el Testud.  preparaciones de Ramón y Cajal, libros de Bioquímica de Fisiología, toda una tarde para pasar a limpio los apuntes tomados por la mañana en la Facultad en la ciudad uiversitaria madrileña.

Yo personalmete  lo mismo que otros estudiantes cambiaria la asistencia matutina a las clases de la facultad por aprender teoria y práctica de forma simultáea en el hospital Provincial en Atocha donde hoy se ubica el museo de Arte Reina Sofía. Entonces como hoy se puede contemplar grandes y largos pasillos aquella presencia de camas corridas donde reposaban los enfermos, ventanas de más de seis metros de altura que abiertas para ventilar y dar tregua al temido bacilo de Koch,  podían dar paso a una inminente pulmonía. Muros infranqueables para pacientes muy enfermos que acudían de otras provincias y regiones de España pues se suponía que el nivel científico en aquel Hospital Provincial de Madrid podria resolver casos de enfermos deseperados .

Años 68, años de juventud, América estaba cambiando el mundo, Euopa ya habá tenido su Mayo del 64,  Epaña seguía inmersa en el ostracismo político y cultural. No obstante a nivel personal había empeño e ilusión por el cambio, por la democracia, por la apertura a Eur

opa y al mundo. Cambio que no fue posible hasta años más tarde con la muerte de Franco y la llegada de la transición politica en España.

Años de añoranzas, recuerdos sentidos y nostalgia auténtica lejos de ñoñerias y sentimentalismos

Queridos amigos reapareced….

Dámaso Escribano de viejo librero

 

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